Experimentar un ataque de perro puede ser un episodio muy aterrador y traumático, especialmente para los niños, quienes a veces pueden sentirse abrumados por el tamaño del animal. Las lesiones físicas son el primer aspecto a abordar para asegurar su recuperación, pero no debemos olvidar el impacto emocional y psicológico que estas situaciones pueden causar.
En esta nota, proporcionaremos algunos consejos para que puedas acompañar a tu hijo y brindarle el apoyo necesario en este proceso desafiante.
Habla y Comprende sus Emociones
Asegúrales que cualquier emoción que experimenten es válida; el miedo, la ansiedad y la confusión son reacciones normales en estas situaciones.
Asesoramiento Profesional
A pesar de tus buenas intenciones, a veces la ayuda de los padres no es suficiente. En esos casos, considera buscar ayuda profesional especializada en trauma infantil para que puedan enseñar herramientas y estrategias que ayuden a abordar el impacto emocional por el que están pasando.
Comunicación Abierta
Tu hijo necesitará un ambiente donde se sienta seguro y cómodo compartiendo sus pensamientos y sentimientos. Fomenta la comunicación y bríndales el espacio necesario para que se expresen.
Educa sobre los Perros
Puede que no sea un tema que les emocione aprender, pero es necesario. Explícales cómo interpretar las señales de advertencia de los perros para evitar que ocurran situaciones similares en el futuro y para que se sientan más seguros al interactuar con ellos.
Evita Culpar
Evita culpar al perro o al niño por lo sucedido. En cambio, concéntrate en comprender cómo ocurrió el incidente y busca medidas preventivas para futuras interacciones de tu hijo con los animales.
Como cualquier accidente, las mordeduras de perro involucran muchas variables, como el estado de ánimo del perro o si se ha sentido atacado o molestado. En estos casos, tu hijo debe entender la importancia de dar espacio al animal para evitar que se sienta ansioso y, así, prevenir posibles reacciones peligrosas.
Por esta razón, debes ayudarlos a superar el miedo que probablemente hayan experimentado para desarrollar una relación saludable con los perros en el futuro, ya que, después de todo, son conocidos como el mejor amigo del hombre.